Xavi Ayén me visitó hace una semana en Budapest. Me gustó mucho hablar con él. Su entrevista para La Vangaurdia está aquí.

El transilvano György Dragomán irrumpe en la narrativa europea con ‘El rey blanco’, la vida de un adolescente en una sociedad degradada por la dictadura hasta en los detalles más cotidianos

Nadie sospecharía, en la piscina central de los baños Király de Budapest, bajo la inmensa cúpula medieval y los más de 500 años de historia del recinto, que aquel hombre bajito y discreto del fondo, que, justo ahora, estira sus piernas entre las ondulaciones del agua tibia y cierra los ojos como si el mundo se hubiera detenido, es uno de los más prometedores nombres de la nueva literatura centroeuropea. Con los poros abiertos, cubierto con un leve taparrabos, György Dragomán (Marosvásárhely, 1973) limpia su cuerpo de impurezas y busca inspiración para sus novelas. Como cada semana, va a pasarse tres horas deambulando por el recinto: ahora a la sauna húmeda, ahora a la piscina helada, ahora de nuevo al agua tibia, ahora a la sauna seca… Este hombre con apellido de superhéroe y engañoso aspecto de oficinista ejemplar acaba de publicar El rey blanco (RBA).

La novela de Dragomán no existiría sin la final de Copa de Europa de 1986, en la que el portero de Steaua, Ducadam, paró cuatro penaltis / Lenke Szilagyi / Arhivo
Dragomán, en realidad, es rumano (transilvano), de madre judía, pero perteneciente a la minoría húngara de aquel país, brutalmente reprimida por el dictador Ceauceuscu. Al igual que la Nobel Herta Müller acabó emigrando a Alemania, el lugar de origen de su lengua, Dragomán se trasladó a Hungría en 1988.

Para leer la entrevista completa, haga clic aquí.